Escribir sobre Shestov requiere una implicación existencial, requiere unir tu propia voz con la del autor y seguirlo en el mundo de las tinieblas hasta llegar a la ilustración de su pensar. De igual modo, pasa cuando uno escribe sobre Nietzsche, Kierkegaard, Dostoievski o Cioran. Estos autores se pueden entender solo cuando sientes que sus gritos también son los tuyos. De otra manera no se puede, porque se trata de un pensamiento que requiere de una lucha, de una postura crítica que se tiene que tomar y asumir.
Espero ofrecer, a través de este retrato en palabras, la posibilidad de escuchar una voz única en el ámbito de la philosophia perennis y dejar claro mi credo: que la filosofía es un mundo de creatividad y libertad del pensamiento que ilumina la vida y le da sentido; no es un juez que delimita nuestra realidad y pronuncia sentencias sobre cómo deberíamos vivir y pensar; no es un simulacro y, tampoco, es un instrumento ideológico y de propaganda
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